Miriam Alvarez
Lo que nadie toca, de entrada, revela una imposibilidad a la vez que construye una zona de resguardo . En esta propuesta, lo cotidiano se vuelve alimento del poema y viceversa . El yo poético recorre los senderos de la memoria para ver cómo la arena, la nieve y el amor, se desperdigan entre las páginas como migajas de pan.
Porque tal como lo expresa la voz: " todo/se me escurre/entre las manos". Se trata de una escritura que nace, se pierde y se entrega a "la belleza de lo dañado". Cada uno de los poemas actúa como un pequeño reservorio natural y lingüístico. Así, Miriam Alvarez crea un mundo íntimo donde colgar sus versos . Las palabras sostienen las paredes de una casa poética que se desploma . Sin embargo, esa casa- que es también el propio cuerpo- resiste gracias a la.potencia en la naturaleza que florece hacía su interior. Las ramitas de romero, las cerezas, los camalotes, los mangos y las guayabas, dan forma a este poemario en el que resplandece la ternura.
Juan Páez